ARO- Ariel Antonio Quesada Tapias.
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Semillas de Sabiduría.
Los que esperan en Dios, levantarán las alas como águilas.
Isaías 40: 31.
Son muchas las lecciones que podemos aprender de la situación caótica del mundo actual. Nos enseña el método de la fe sencilla al hacernos regresar a la palabra de Dios y a la oración.
Debemos aprender del águila. Se echa al borde del precipicio y mira los oscuros nubarrones que por sobre su cabeza están ennegreciendo el cielo. Allí permanece perfectamente tranquila; mira con un ojo hacia la tormenta y luego con el otro, mientras los rayos surcan el cielo en diversas direcciones. No mueve una pluma hasta que siente el primer soplo del viento. Entonces sabe que el huracán la ha alcanzado.
Con un graznido se lanza con su pechuga hacia la tormenta. Usa la tormenta misma para elevarse hacia el negro cielo. La tormenta la conduce.
Dios desea que esta experiencia se repita en la vida de cada uno de sus hijos. ¡ Él quiere que levantemos las alas como águilas! ¡Podemos convertir las nubes de la tormenta en nuestra carroza particular!
Si miramos el lado oscuro de la vida no llegamos a ninguna parte, ni cambiamos las condiciones y circunstancias en que nos hallamos.
Un conocido hombre de Dios dijo: " Mis órganos religiosos han estado achacosos por un buen tiempo. He sido en consecuencia, un verdadero armatoste. Pero extendí mis alas, y he salido ha respirar nuevos aires":
Esto nos pasa con tanta frecuencia: ¡ No usamos nuestras alas!. Caminamos por el sendero de la vida como peatones y nos cansamos fácilmente... porque las las malas circunstancias de la vida nos pesan demasiado. De muchas maneras podemos quedar anulados o enfermar espiritualmente. Entonces nuestro organismo religioso corre el peligro de atrofiarse, de perder su brillo, su disposición de ánimo y su discernimiento.
Los que nos mantenemos demasiado pegados al camino de la vida y no respondemos al llamamiento de las alturas, ¡ no tenemos tiempo para respirar las brisas excelsas de los lugares celestiales! Pero que nos volvemos al Señor, al Omnipotente, tenemos el poder de las alas, y levantamos vuelo en nuestro viaje cansador para entrar al alto cielo de las glorias del Dios Altísimo.
Sobre una frágil rama
que, parecía, se iba a quebrar,
estaba una ave parada
disponiéndose a cantar;
el viento la sacudía
como para hacerla caer,
pero el ave no temía
porque un desastre evitaría
con sólo sus alas extender.
Seleccionado.
Fuente: Manantiales en el Desierto- Señora Cowman- página 17 y 18
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